Comentario
Al final de la Edad Oscura ha tenido lugar ya el nacimiento de la civilización griega como cultura capaz de expresarse, aunque sea muy parcialmente, por escrito. Entre las condiciones necesarias para ello se encuentra tanto la posibilidad objetiva de los griegos de cobrar en contacto con los fenicios como la subjetiva de asimilar y adaptar el correspondiente préstamo exterior. Así, da la impresión de que las diferentes variedades de escritura que se difunden en Grecia al principio de la edad arcaica se derivan de una sola, resultante de los contactos de los griegos asentados en Siria antes del final del siglo VIII. Éstos fueron capaces de difundirla entre varias ciudades de Grecia gracias a sus viajes y al desarrollo de las formas de cambio que también favorecían la difusión del instrumento representado por la escritura, que facilitaba el registro y los cálculos. La tradición que atribuye al legendario Cadmo la introducción del alfabeto sirve de testimonio, tanto para reconocer entre los griegos la conciencia del origen fenicio del mismo como para determinar algunos de los puntos por los que se extendió en primer lugar, Creta, Rodas y las Cícladas, presentes en el recorrido legendario del héroe.
Los materiales escritos más antiguos conservados son lógicamente los duros, en que hay huellas de actividades económicas y expresiones de propiedad sobre objetos de uso y prestigio. Ahora bien, también comenzaron a utilizarse materiales blandos, como las pieles, que permitían una mayor agilidad para la redacción, favorecida por el nuevo tipo de escritura, de signos sencillos y de valor multiplicativo, gracias a las posibilidades combinatorias, con valores fonéticos abstractos adaptables a las sílabas. Ahora bien, esto sólo era posible gracias a las modificaciones introducidas en el sistema a través de las vocales y de los sonidos que no existían en la lengua semitica. Por ello, el alfabeto griego fue, a pesar de todo, una creación original, la única que permitió que la tradición oral de ricos matices se plasmara en creaciones literarias duraderas y modélicas, para constituir la base canónica de los instrumentos ideológicos donde se asentaba la nueva sociedad, la que igualmente se ha confinado a lo largo de los siglos oscuros.